El
mismo sueño se vuelve pesadilla cuando aparece el titán griego. La
eliminatoria parece ser dolorosamente parecida a la que se sucedió
hace dos años, los cambios son muchos, y son importantes, pero la
tónica de ambos conjuntos es la misma que ya nos privó de una Final
Four. Ahora nos toca superar el duro deja vu, despertar
de esta recurrente pesadilla para volver a soñar. Para ello el Barça
tiene ante si una gesta que quedó incompleta, un reto que quedó
imbatido; este año toca volver, esta vez para ganar.
El
equipo heleno está mermado respecto al que nos enfrentó hará un
par de años, pero no es tan endeble como el aficionado parecía
creer. Si a esto le unimos la trascendental baja de Mickael y la
inoportuna lesión de Rabaseda, nos encontramos con un equilibrio de
fuerzas mayor del esperado. Sobre todo teniendo en cuenta la
desaparición del mejor 4 de la competición y el desacierto general
que están sufriendo los interiores azulgranas; problema que se
agudizó sobremanera en el segundo partido. Los pívots culés son
claramente superiores a sus pares helenos, mucho más limitados
técnicamente, pero no imponen su peso ni su calidad y esta es una de
las principales bazas del porqué se está perdiendo esta guerra.
La
defensa griega es agresiva, el banquillo e incluso el palco, añaden
presión a los árbitros, una presión que se multiplicará en
Atenas.
Es
irónico que el único deportista sobre el parqué que no está
siendo presionado sea uno de los jugadores que les está haciendo
mayor daño: Víctor Sada. El jugador catalán es flotado para que
lance; está siendo despreciado. Su aportación ofensiva parece
carecer de importancia para el equipo heleno (50% de acierto en
triples tras 6 lanzamientos). Difícil será que su errática muñeca
pueda mantener esos porcentajes, más aún jugando en territorio
enemigo, en un ambiente profusamente hostil.
Tampoco
debemos obviar un arma del arsenal griego que por ahora solo ha
disparado humo pero que en Grecia podría empezar a soltar metralla.
Me refiero a la diferencia de centímetros y músculo entre aleros
helenos y catalanes, pues tanto Bramos como especialmente Maciulis
(defendido en diversas ocasiones por Saras) no han obtenido los
réditos que por lógica podrían haber sacado de dicho
emparejamiento en el poste.
El
Panathinaikos no tiene un arsenal tan completo (y costoso) como tuvo
años atrás, pero está demostrando ser igual de efectivo; el equipo
de Xavi Pascual juega acomplejado.
En
el purgatorio heleno el Barça tiene que demostrar que el largo e
impecable trayecto hasta aquí no ha sido en balde, tiene la
combinación necesaria de talento y trabajo para derribar el muro
griego, provocar que la pesadilla sea pasajera. Para ello deben
despertar sus interiores, anotar lo que hasta el fatídico cruce
anotaban sin problemas.
El
Barça debe ganar la batalla precisamente en el lugar que el
Panathinaikos más teme que suceda, pues si el equipo azulgrana
consigue adueñarse de la pintura estoy seguro que arrancará la
victoria que le permita salir con vida del purgatorio griego,
regresar a su feudo y convertirlo en un infierno, el mismo del que
habrán escapado.
¡Esta
vez debemos ser los verdugos!
lo que saras te da en defensa te quita cuando le flotan. deberia amenazar mas con las penetraciones.
ResponderEliminarel problema es que dejen tirar solos a huertas, ingles o lorbek y tb fallen.
lorbek debe decidirse ya ha hacer daño ya sea en la pintura o en el triple. si lo hace en ambos sitios y cierra los rebotes a parte de tener desplazamientos mas agiles volvera a ser el 4 mas determinante de europa y basico para meternos en otra final4.
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