Era
el cuarto partido de primera ronda cuando, en un contraataque
flanqueado por Miller y Wade, el genial base californiano cayó para,
quizá, no volver a levantarse. Baron Davis se desplomó. Su físico,
cansado, no aguantó más.
Las
lesiones, en especial de rodilla, le han acompañado ya desde la
universidad. Esta temporada ha estado más en la enfermería que en
la pista. Una hernia discal primero y problemas en los isquiotibiales
más tarde no le han dejado rendir de la forma que el sabe hacer.
Compañeros
y rivales pronto se dieron cuenta de la gravedad que supuso la caída.
Un desgarro parcial de la rótula y desgarro completo de los
ligamentos cruzados medial y anterior. Una lesión cuyo tiempo de
recuperación se estima en 12 meses.
Así
pues, con 33 años, Baron Davis podría haber dicho adiós a su
carrera.
Los
jugadores en el campo lo sabían. Carmelo y Stoudemire estuvieron a
su lado hasta que la camilla se lo llevó. Amare incluso rezaba
pidiendo que la lesión no fuese tan grave como parecía.
LeBron
James encabezó los gestos de apoyo que Wade y demás jugadores de
los Heat secundaron en el trayecto de Davis hacia los vestuarios. En
ese momento la televisión sobre impresionó los números de su
carrera (16.1 puntos, 7.2 asistencias, 1.8 robos) presagiando su
final, un final que parecía advertir el mismo Davis. Quizá por eso
cuando le sacaron de la pista reunió fuerzas para dibujar una
sonrisa en su rostro, la misma con la que el dos veces All-Star
irrumpió en la liga hace ya 13 años.
Toda
gran historia tiene su comienzo y el suyo fue en Crossroads School,
una prestigiosa escuela elitista donde coincidió con los hijos de
algunas de las familias más pudientes de Santa Mónica. Su carácter,
jovial y extrovertido, le sirvió para encajar en un mundo que no
había sido creado para él.
Allí
conoció a Kate Hudson, actriz con la cual aún le une una gran
amistad pues ha asistido en algunos de sus partidos (sobre todo en su
etapa en Golden State y Clippers). Además también es amigo, entre
otras celebridades, de Jessica Alba. Sin duda son amistades que a
todos nos gustaría tener...
En
1997 alertó a la nación de lo que en pocos años llegaría a la
liga. Baron Davis ganó el concurso de mates del McDonald's
All-American a pesar de ser el jugador más bajo de la competición.
Aunque
recibió muchas ofertas, acabó decantándose por la universidad de
UCLA. Él quería jugar en su casa, cerca de amigos y familiares. En
los Bruins estuvo dos años y promedió 13.6 puntos y 5.1
asistencias.
En
1999 se presentó al draft, donde fue elegido en tercera posición
por los Charlotte Hornets, justo debajo de otro base de
características muy similares, Steve Francis.
En
su primer año en la NBA salió desde el banquillo, pero en el
segundo ya jugó los 82 partidos como titular. Con casi 39 minutos
por partido promedió: 13.8 puntos, 7.3 asistencias, 5 rebotes y 2.1
robos. Unos números que, sobre todo en la faceta anotadora,
crecieron en temporadas venideras hasta bordear, o superar, los 20
puntos por partido.
En
2002 participó en el Mundial con la selección americana, donde
estuvo a la altura del equipo, decepcionante.
Ese
mismo año visitó la mítica cancha de Rucker Park. Allí, en su
asfalto, han jugado algunos de los mejores jugadores de la historia
de este deporte.
El
californiano visitó Harlem para ganarse la admiración de todo el
público que abarrotaba la pista y un apodo, Too Easy.
Baron
Davis era un base todo terreno capaz de hacer muchas cosas en cancha,
un gran defensor que robaba balones y ayudaba en el rebote como pocos
bases en la liga podían hacer.
Tenía
una fuerza y una explosividad descomunal que en conjunción con un
talento difícil de igualar lo convertían en uno de los mejores
bases de la liga. Con un juego a veces callejero, era capaz de anotar
en cualquier situación y desde cualquier posición, y su visión de
juego le servía para asistir y nutrir de alley-oops a sus
compañeros.
Too
easy ya saboreó las mieles de los Playoffs en su temporada Rookie y
también los jugó, por partida doble, en el traslado a la ciudad de
New Orleans. Pero donde realmente se convirtió en el rey de los
Playoffs fue con Golden State en la temporada 2006-2007. En la mítica
serie que les enfrentó a Dallas Baron Davis impresionó al mundo.
En
los Warriors formó con Jason Richardson una de las duplas más
temibles de la liga, un backcourt que aunaba explosividad, físico y
talento.
En
la temporada 2006-2007 Golden State contrató a Don Nelson, un
entrenador con clara vocación ofensiva que instauró su concepto del
“run&gun” a un equipo físico y, para nada, exento de
talento. Jugadores como Stephen Jackson, Al Harrington, Monta Ellis,
Matt Barnes o Michael Pietrus respaldaron al dúo estelar.
El
sistema impuesto por Don Nelson consiguió que aquel grupo de
jugadores explotaran sus cualidades, disfrutaran y hicieran disfrutar
al mundo. Ese mismo año las puertas de la Golden Gate se abrieron de
par en par para que el equipo liderado por Baron Davis entrará a la
historia de la NBA y se instalara en el corazón de miles de
aficionados que, como yo, vieron la proeza que aquel equipo
consiguió.
Hasta
aquel momento ningún octavo había conseguido batir al primero en
una serie a 7 partidos. El lema de la ciudad “We believe”
aniquiló a los Mavericks con un juego de posesiones cortas y
contraataques que los destrozó. En ese conjunto flotaba el polvo de
asfalto de las canchas playground. Con un espectáculo ofensivo pocas
veces visto en una serie de Playoffs los Warriors despedazaron al
mejor récord de la liga y a su flamante MVP, Dirk Nowitzki.
Más
tarde el juego duro, incluso sucio, que Utah utilizó contra ellos en
segunda ronda no les permitió avanzar. Pero aquel equipo ya había
hecho historia, mucha más de la que consiguieron hacer sus verdugos.
En
esos Playoffs Davis elevó sus números a promedios de 25.3 puntos,
6.5 asistencias, 2.9 robos y 4.5 rebotes. En esas series el MVP no
jugaba en Dallas, el mejor jugador fue un “guerrero” que
inscribió el nombre de su franquicia en la historia de la mejor liga
del mundo con letras doradas.
Además,
por si eso fuera poco, Davis se encargó de inmortalizar a Andrei
Kirilenko con un mate para la posteridad.
El
10 de julio del 2008 firmó el contrato que le devolvía a su ciudad
natal, los Clippers requerían sus servicios, pero decepcionó.
Allí
sus números empezaron a decaer. Las lesiones que le han perseguido
toda su carrera parecían estar alcanzando al veloz base
californiano. Otro factor que contribuyó a su descenso numérico fue
el juego de los Clippers, mucho más lento que el de Don Nelson. Así
pues, con menos posesiones y menos tiros, sus números
indefectiblemente tenían que bajar.
Otra
causa de la reducción anotadora fue la edad. Con 1.91 volar para
machacar ante los 7 pies rivales conlleva un desgaste que el paso de
los años acentúa y acelera mucho más en jugadores de ese estilo.
La
temporada pasada fue traspasado a Cleveland a cambio de una primera
ronda, Mo Williams y Jamario Moon.
En
Cleveland, quizá vislumbrando el final de su carrera, recordó sus
inicios. En su camiseta empezó a lucir el dorsal 85 en honor al
número de la calle donde sus abuelos le criaron, la calle donde
empezó todo.
Los
Cavs hicieron uso de la clausula de amnistía y liberaron a Baron
Davis que en el presente año fichó por New York Knicks ansiando
volver a un proyecto ganador, su última oportunidad para volver a
ser el grande que una vez fue.
Baron
Davis ha sido un buen compañero, una persona justa. Un injusto
destino ha plagado su carrera de lesiones que han menguado su físico
y rebajado su techo, pero que jamás han conseguido borrar la sonrisa
de su rostro, el optimismo en sus palabras.
Ahora
que el mundo que una vez asombró teme su retirada es cuando tiene
que demostrar, de nuevo, que no hay nada imposible.
I
believe.
Recomiendo que mireis este video sobre la serie Warriors-Mavs del 2007 http://www.dailymotion.com/video/xqsvkw_warriors-vs-mavs-2007-playoff-highlights_sport
ResponderEliminarLa canción esta hecha a medida y ejemplifica lo que se vivió en esa serie.
Articulazo!! De verdad, da gusto ver como la gente ama este deporte.
ResponderEliminarAcabo de descubrir este blog, gran artículo. Te animo a seguir adelante.
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