A
menudo sin quererlo, nos encontramos con situaciones que cambian
nuestra vida. Momentos puntuales que no buscamos; solo llegan.
A
priori, resulta relativamente fácil identificar si el cambio es a
mejor o a peor, pero en última instancia, eso solo depende de
nosotros, de la actitud que tomemos.
Hay
opiniones divididas acerca de a quién beneficia más el cambio de
jugadores entre OKC y Houston (James Harden, Cole Aldrich, Lazard
Hayward y Daequan Cook se van a los Rockets a cambio de Kevin Martin,
Jeremy Lamb y tres elecciones del Draft del 2013). Pudiéndolo
discutir largamente, si hay algo claro es que, más allá de equipos,
quién sale más beneficiado lleva barba. Sí. James Harden.
El
tercera espada de OKC se convierte en punta de lanza.
Muchos
creían, me incluyo, que Harden era mucho más que un sexto hombre,
un jugador que tuvo la fortuna y la desgracia de coincidir en el
mismo equipo que Durant y Westbrook.
Harden
sabía que se encontraba en un equipo grande, un equipo ganador del
cuál formaba parte capital. Por ese motivo aceptó el rol de asesino
desde el banquillo sin rechistar. Sabía que en ese equipo crecería
y ganaría; algunas veces gracias a él, otras muchas gracias a sus
compañeros.
En
ese rol obtuvo un merecido reconocimiento: fue nombrado Mejor Sexto Hombre de la NBA. Pero este
traje le venía demasiado estrecho a un jugador de calidad enorme. En
OKC su techo no lo limitaba su talento, la culpa era más bien del
número de minutos y el “inconveniente” de compartirlos con
Durant y Westbrook. En Houston, este incómodo techo desaparece;
ahora se puede erguir.
Será
diferente; él lo sabe. En el primer partido que disputó como Rocket
ya demostró conocer el nuevo papel que deberá desempeñar en un
equipo excesivamente joven (media de 23 años). Los números son
clarificadores: 44 minutos de juego en los que hizo 37 puntos, 6
rebotes, 12 asistencias y 4 robos.
En
su primer partido demostró una adaptación inmediata al nuevo rol;
mucho más exigente. El mejor sexto hombre de la competición, se
convirtió en el líder que su equipo necesitará partido tras
partido. Tiró más que nunca. Prueba de ello son los registros
personales que batió contra Detroit: número de tiros de campo
intentados, y también encestados, así como el número de minutos
que estuvo en pista, destrozando su anterior récord de asistencias.
En
el siguiente partido, escaló hasta los 45 puntos (récord personal)
se mostró incisivo y muy hiriente; penetró con determinación, la
determinación de un líder.
Está siendo quién esperan que sea. En
tres partidos, Harden ya ha batido muchas de las mejores marcas
obtenidas en OKC, y las que le quedan solo son cuestión de tiempo.
Cualquier cambio conlleva sus pros y sus contras, la virtud radica en
saber anteponer los pros de la nueva situación. A esa capacidad
algunos le llaman madurar; eso conseguirá esta temporada.
En
mi humilde opinión, quién mayor rédito va a sacar de esta unión es el mismo Harden
pues crecerá como jugador y, sobre todo, como líder. En Houston,
James Harden será la estrella que no podía ser en OKC, en los
Rockets tendrá la libertad de hacer y deshacer a su antojo. En ese
aspecto se igualará a las grandes estrellas de la liga. Pero su
propósito debe ir más allá, su propósito debe ser convertirse en
una de ellas; en eso está.
James
Harden es un jugador de una calidad inaudita, una calidad que liberada
del corsé que suponía OKC, crecerá desbordando las expectativas
más optimistas. Houston lo ascenderá a las alturas, a una cota en
la cual tan solo habitan las superestrellas.
En
Houston demostrará que su techo aún no se vislumbra.
Buen artículo! A mi Harden me parece un jugadorazo, y OKC sale perdiendo claramente en este traspaso. Hubiera sido mejor traspasar a Westbrook. Harden va a ser mucho mejor que él y sinó al tiempo.
ResponderEliminar