Tres
victorias. Solamente tres más, y las puertas de la eternidad se
abrirán de par en par. Ni periodistas, ni entrenadores, ni
aficionados; el basket. Él será el que decida su nuevo rey. El
legítimo.
Miami
ha empatado la serie, ha usurpado una victoria del Chesapeake Energy
Arena. En medio de la tormenta; los Heat vieron el Sol. Un Sol que en
Miami brillará con mayor fuerza.
El
inicio del segundo partido fue un calco del primero, los Thunder
salieron nerviosos y imprecisos, en defensa permitieron penetraciones
demasiado cómodas a LeBron y a Wade, que se marchaban de su par con
tremenda facilidad, y Ibaka no podía hacer nada para detener la
temprana hemorragia.
Los
exteriores de los Thunder estuvieron demasiado laxos en defensa,
fiaron su suerte a las ayudas intimidatorias de Ibaka, pero hasta la
segunda parte el congoleño no volvió a ser temido.
Scott
Brooks permitió que los Heat aprovechasen esa desigualdad. Debería
haber sacado a Harden mucho antes, pero fiel a su inmovilismo
táctico, lo dejó en el banquillo el tiempo que había previsto de
antemano. Cuando Harden salió, el marcador ya reflejaba un sangrante
16-2 para los Heat.
Al
descanso, “The Beard” hizo más puntos (17) que el dúo
Westbrook-Durant (15), pero en la segunda parte las cosas iban a
cambiar.
En
la segunda mitad aparecieron Westbrook y Durant en ataque, y un
inconmensurable Ibaka en defensa. Harden ya no estaba solo. Pero a
pesar de la mejora, del empuje salvaje de los Thunder, Miami
resistía. Aguantaba con firmeza los golpes que iba recibiendo, se
doblaba, se tambaleaba, pero no caía. Esta vez no.
En
la segundo tiempo, Oklahoma empezó a enjuagar, lentamente y a
trompicones, la diferencia que los distanciaba. Los Thunder
cabalgaban cada vez más deprisa, mientras que los Heat aminoraban el
galope. El acierto de Durant y Westbrook subía, y el muro defensivo
de los Thunder iba creciendo más y más, sellando su zona,
prohibiendo la entrada a molestas incursiones rivales.
Al
inicio del último cuarto, y con un 80-69 favorable a los Heat,
Durant cometió la quinta personal. Brooks lo mantuvo en pista. En
ese momento todo cambió.
Con
la espada de Damocles encima de su cabeza, Durant sacó su mejor
juego, sacó al MVP que lleva dentro. Parece que cuando mayor es la
presión menor es el temor. El joven Kevin hace gala de una firmeza y
una seguridad insólitas. Su determinación es inmensa. ¿El miedo?
Para él no existe. Si en el último cuarto del primer partido se fue
a los 17 puntos, en este llegó a los 16. Anotó los mismos puntos que
en los tres cuartos anteriores, para un total de 32.
Con
98-91 y 54 segundos por jugar, los Heat a duras penas conservaban el
margen que habían logrado en el primer cuarto. Con sendos canastones
a tabla de LeBron y Wade y la vital, y perenne, aportación del
mariscal de Duke, Shane Battier (16.5 puntos y 9/13 en triples en la serie),
Miami mantenía la exigua ventaja.
Tras
una perdida de Wade, Durant lanzó un triple para colocar a su equipo
a tan solo 2 puntos. La remontada estaba cerca, más cerca que nunca.
El
triple de Durantula quiso ser contestado. LeBron quería enmudecer
Oklahoma, responder a Durant y a su críticos, hacer ver al mundo que
él también era capaz de hacerlo, pero su triple fue repelido por el
aro con la misma dureza con la que es atacado por sus detractores.
En
la siguiente posesión, y con 14 segundos para el término del
encuentro, Durant tuvo la oportunidad de empatar el partido, pero una
defensa de LeBron, que a mi entender debió ser penalizada, impidió
a Durant igualar el partido.
Fuese
como fuese el resultado ya es inamovible y los Heat vuelven a casa
con un botín muy valioso. Miami ha conseguido algo que hasta ahora
nadie había sido capaz de conseguir en estos Playoffs, ganar en el
Chesapeake Energy Arena.
En
los próximos partidos Oklahoma deberá empezar concentrado, mostrar
la decisión que ha mostrado en los finales de encuentro y mantener
una linea constante de intensidad defensiva. Si no es así, Miami se
lo hará pagar. En el inicio de los dos primeros partidos, mientras
los Heat galopaban velozmente, Oklahoma permanecía en el establo. En
el primero pudo recortar la ventaja, no así en el segundo, y
difícilmente podrá hacerlo en los siguientes tres enfrentamientos,
en campo enemigo.
Los
jinetes de Oklahoma deberán dar lo mejor de si desde el inicio si no
quieren que el corcel de Miami se convierta en caballo ganador.
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